lunes, 16 de enero de 2012

PESCA PERUANA CORREDOR DEL NARCOTRAFICO

NARCO SISTEMA ATA DE MANOS A PRESIDENTE OLLANTA

 POR : Marilú Gambini Lostaunau.

“Los cuatro poderes del Estado Peruano quedan definitivamente relegados, cuando la corrupción extiende sus tentáculos en ellos, mas si la cabeza de este enorme pulpo es el narcotráfico, que durante los últimos 40 años ha ensombrecido la imagen de un país, que se jactaba de ser el primero en la pesca a nivel mundial, reduciéndolo a un simple corredor del tráfico internacional de drogas y si para ello tiene que tumbarse un gobierno, cuya osadía es la de enfrentarse abiertamente, pues todo vale, incluso un cálido romance con el narco-sistema”.

Ninguno de los gobiernos de turno, han tenido la firme convicción de hacerle frente a este flagelo, mientras uno se dejaba conquistar por su poderío narco-económico, otros sólo se limitaban a buscar débiles pretextos, para tener argumentos como poder sustentar su fracasada política de lucha contra el narcotráfico; la excedencia de los cocales a los que llaman “sembrío ilegal” y la peliculina del narco-terrorismo avalada por los EEUU, país que precisamente es el líder en el macro consumo de drogas.

Indicábamos en ediciones pasadas que la pesca es utilizada como medio de transporte para la exportación de droga, aunque cueste asimilar y aceptar, el sector pesquero oculta a grandes narcotraficantes, que libran la cárcel gracias a la complicidad de autoridades genuflexas, carentes de valores y débiles de conciencia que se amparan en normas y leyes hechas a la medida de delincuentes y de los que promueven la subasta en la administración de justicia; la Ley Cantuta, promovida para impunidad de los asesinos dirigidos desde palacio de gobierno y del servicio de inteligencia nacional, es un claro ejemplo de lo que es el servilismo mediático, como también lo fue el llamado derecho de gracia a las hijas del empresario pesquero Eudocio Martínez, procesados por drogas.

La pesca tan igual que la política siempre ha estado ligada al tráfico de drogas en el Perú, desde inicios de los años sesenta, incluso se deslizó la versión que Luis Banchero Rossi, habría sido uno de los que se vieron capturados por este negocio ilegal, pero no pasaron de ser rumores sin confirmar, así como que tampoco se descartaba la posibilidad que la campaña del segundo gobierno de Fernando Belaunde, fuera financiado por el famoso “Mosca Loca” Guillermo Cárdenas Guzmán, por sus notables lazos “empresariales” con los más conocidos políticos acciopopulistas. A todo esto, el acecho del terrorismo, el completo olvido y la nula presencia del Estado peruano en lugares alejados de nuestra selva, hizo que el desarrollo y bienestar de esos pueblos se deban a la inclusión de los más grandes financistas del mercado ilegal de la droga, relegando a la nulidad a sus organismos controladores y negociando abiertamente con sus autoridades.

Un eventual pacto político entre el partido comunista, que enarbolaba su seuda lucha por la justicia social y las bandas de narcotraficantes a inicio de los 80 (segundo gobierno de Belaunde) fue el buen argumento para la muletilla de narcoterrorismo, que empezó a esbozarse como una proyección política más que militar del primer gobierno aprista, de ello no sólo se sacaba réditos políticos sino también económicos, quizá por eso la invasión de más de 40 firmas financistas de pasta básica y la novel manufactura para la elaboración de clorhidrato de cocaína, abrió aparte del mercado internacional para el tráfico de estupefacientes, la codicia de los “emerretistas” que lidiaron con los “senderistas” el cobro de cupos.

Esa misma placa de “narcoterrorismo”, politiquera y convenida que usara el aprismo en los ochenta, fue tomada por “vladifuji” otrora abogado de los más temibles narcos colombianos, para echar a andar su estratégico plan de afianzar al Perú como un narco-estado y libró desde su lugar de operaciones una lucha sin cuartel al senderismo que terminó con la captura de su enajenado líder; ese paso le permitió limpiar el camino de su más cercano “competidor”; Montesinos había decidido ser el único recaudador de los cupos pagados por los narcos, facilitó beneficios en los procesos penales a los implicados en drogas, previa extorción y chantajes, despareció pistas clandestinas de aterrizaje para ponerle precio desorbitante al alquiler de las usadas por las fuerzas armadas y le abrió las puertas al cartel de drogas más peligroso de México, que transportó su mercancía por los principales puertos y caletas del país, con el silencio cómplice de algunas autoridades marinas y la participación de empresarios pesqueros, que sacaron su tajada de la gran torta que se embutió Vladimiro.

El llamado “Doc”, conocía los pormenores del TID entre Colombia, Perú, México y EEUU, no por nada fue el actor principal de la fuga del narcotraficante Evaristo Porras Ardida, y cómplice silencioso de las “finanzas” de Agustín Mantilla en los VRAE, sabía quien necesitaba de sus buenos oficios para seguir teniendo presencia en el mercado internacional de la coca, su sombría participación en el caso Vaticano, su alentadora negociación con los norteños, su mecánica presencia con Zevallos, su indiferencia con los Sánchez Paredes, su acelerada movida con Eudocio Martínez “olluquito” y su delatora arremetida contra el empresario Samuel Dyer, quien en todo momento lo acuso de secuestro, fueron las piezas claves para doblegar el sistema débil hacia el narco-estado imperante. “No fue secuestro, se le detuvo a merito de una orden de captura en momentos que pretendía huir del país”, fue su endeble argumento para defenderse de la acusación de secuestro que le hacía Dyer, supuesta victima, pero al que el fujimorato involucro en tráfico de drogas.

Los psicosociales para tapar el transporte de drogas en el avión presidencial, buques de la marina, helicópteros del ejercito, embarcaciones pesqueras, exportación de harina, enlatados y congelados estuvieron a la orden del día, como también lo estuvieron los arreglos en las cortes de justicia del país, mientras se pactaba el precio de las negociaciones. La caída de la dupla siamesa corrupta, adormeció la narco-mafia y sus aliados como la comadreja se escondieran en su madriguera en plan de espera, la misma que llegó sin avisar, en medio de marchas y caos político, pero ávida de seguir los pasos de ese poder lacerante, en la que dos pesqueros y un empresario de transporte aéreo, pudieron salvaguardar su poderío. Mientras Fernando Zevallos, ya no servía a los intereses del país del Tío Sam, Eudocio Martínez conseguía la absolutoria, cuando Fernando Olivera, un “payaso” con frac de Ministro de Justicia, hiciera oídos sordos al caso (Hayduk) que fuera su trampolín de campaña; Samuel Dyer, manejaba su defensa de víctima del fujimorato, para lograr recuperar su imagen de empresario, con la salvedad de su vinculación con el procesado Luis Valdez, Alcalde de Pucallpa, y aunque la denuncia se encuentre traspapelada en algún escritorio, la verdad no tardara en salir a la luz.

La pesca es la segunda fuente generadora de divisas al erario nacional, pero con abismal comparación a la que genera la narco-pesca, ejemplos palpables, el cargamento encontrado en los sacos de harina de pesquera Hayduk, en marzo de 1993; la droga hallada en el puerto de Paita, en febrero de 1995 perteneciente al único cartel peruano “los norteños”, las incautadas en Chimbote, en el 2001 y 2002 listas para ser trasladada vía Base Naval hacia aguas internacionales; las embarcaciones intervenidas en alta mar, Grichy y Linda Rocío, que zarparon de puerto chimbotano con la anuencia de autoridades marinas y la requisada en la Base Naval de Paita, en cargamento de Pota. Todo este narco-conglomerado no hace más que establecer que el sector pesquero ha sido invadido por narco-sinvergüenzas, protegidos por narco-autoridades.

La efervescencia de la segunda vuelta electoral, llevo a los entonces candidatos Keiko Fujimori y Ollanta Humala, a confrontar públicamente sus llamadas estrategias de lucha contra el narcotráfico, mientras una decía efusivamente que endurecería las penas por delitos de lavado de dinero provenientes de la droga, el otro le restregaba en la cara su vinculación con los procesados por tráfico de drogas, del caso Hayduk y el aporte de estos a su campaña congresal del 2006, en medio de los cuestionamientos por su “influyente” participación en el ilegal derecho de gracia otorgado a miembros de esta familia.

Hoy a cuatro meses de gestión humalista, las estrategias de lucha contra ese flagelo, es completamente nula, por la sencilla razón, que el gobierno carece de cuadros para impulsar una adecuada táctica de enfrentamiento estatal, incluido en ello la falta de seguridad en el litoral, que ha permitido y no dudamos que siga permitiendo, que el narcotráfico se mantenga latente en la pesca peruana, promoviendo con el producto ilegal, la inversión privada, el lavado de dinero y la inclusión dentro de la política interna¸ situación, que el gobierno deberá de investigar, sin dejarse manipular, por hechos irregulares que son aprovechados por el narcosistema, para no permitir la demolición del narco estado peruano.

Publicado en Rev. INVESTIGANDO Dic. 2011
http://www.perupesquero.com/noticias.php?id=262

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